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LÍNEA POLÍTICA

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ENTRE MARCHAS E INCONGRUENCIAS

Alberto Peregrino

Mucho se ha dicho de la popularidad del Presidente Andrés Manuel López Obrador o de la disminución de su fuerza en las calles. Para muchos fue una forma sutil de sacarse la espinita cuando miles de personas de la sociedad civil de México se armó de valor, se concentraron y marcharon tanto a favor del INE, pero también en contra de la Reforma Electoral propuesta por el mismo AMLO.

Sin embargo, la movilización de los seguidores del presidente el domingo pasado, marcó una fecha histórica, para algunos a favor, pero para otro tanto, la parte histórica es en contra, pues se dice que el López Obrador ya no llenó el Zócalo a como pasaba en tiempos de opositor. Aun así, se dejó ver al morenismo respaldando a su presidente, más unos que otros priistas disfrazados de vino tinto quienes buscan la venia lopezobradorista.

Desde su tierra, Tabasco, nos atrevemos a decir que AMLO regresó a sus orígenes en la izquierda. Un estilo que a final de cuentas lo llevó a despachar en Palacio Nacional, terreno donde siempre ganó batallas con alianzas por debajo de la mesa, a como ya no es extraño en México.

Recuerdo aquél famoso ‘Éxodo por la Democracia’ en 1991 el cual marcó el principio del liderazgo emergente en el sureste del hoy presidente, pues sin duda alguna, en ella se puso de manifiesto un precedente como auténtico opositor al sistema y marchó para exigir el respeto a los resultados en las elecciones municipales en Cárdenas y en algunos municipios de Veracruz.

López Obrador lo recordó así en uno de sus libros: “No fue nada más caminar a lo largo de mil 900 kilómetros de Villahermosa a la Ciudad de México durante 50 días ininterrumpidos. Fue un proceso que implicó rechazar proposiciones indecorosas e intentos de cooptación, porque querían que nos desistiéramos de la marcha”, enmarca el texto.

¿Qué ganó López Obrador en esa ocasión? El reconocimiento del gobierno federal al triunfo del PRD en la alcaldía de Cárdenas, la primera en la historia de la oposición en Tabasco. Cuando el PRI se había perpetuado en el estado como partido hegemónico. Hoy ya todo eso es historia y los priistas lo saben, nunca volverán a tener esa fuerza organizacional y electoral que en ellos en ese tiempo existió. Todo se derrumbó, dijo la canción de Emmanuel, y ni para dónde hacerse, aunque algunos vivillos acostumbrados a la buena vida, emigraron del tricolor para vestirse de vino tinto.

Cuatro años después de 1991, López Obrador, encabezó después un segundo éxodo por la democracia tras las elecciones para gobernador en 1994, donde junto a sus seguidores caminó a la capital del país y ahí presentó pruebas de las presuntas irregularidades cometidas en la elección en la que enfrentó a Roberto Madrazo, quien finalmente se quedó con la gubernatura tabasqueña y gobernó la entidad.

En su momento se dijo que ahí AMLO también ganó en las calles lo perdido en las urnas. El entonces presidente Ernesto Zedillo, a través del secretario de Gobernación, Esteban Moctezuma, aceptó la anulación de la elección de gobernador y convocar a nuevos comicios, pero la sorpresa fue muchos políticos encabezados por Pedro Jiménez León, hoy recalcitrando miembro del Partido Movimiento Ciudadano y empresarios que ahora se rasgan las vestiduras a favor de Morena, se agruparon para defender al priista y echaron abajo el acuerdo hecho en el centro del país.

Ahora el domingo pasado López Obrador regresó a las calles con la investidura que le da ser presidente de México y arropado por sus simpatizantes. De nueva cuenta, en el saldo político, gana presencia, pero, sobre todo, se sacó la espinita clavada que le causó la marcha y la movilización hecha por muchos mexicanos el domingo 13 de noviembre. Usted saque sus propias concusiones.

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Por otro lado, en la autodenominada ‘Marcha cuatro años de Transformación’ sin duda que hubo de todo, desde el famoso pase de lista, las consignas que gritaban algunas personas en contra y el desayuno solidario enviado por López Obrador a los asistentes. Lo más sobresaliente para muchos fue que en los últimos treinta años, es lo mejor que ha hecho y sabe hacer el presidente, la movilización en maza, porque AMLO no ha dejado de hacer campaña todos los días.

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Y aunque a todas luces lo quieran ocultar, también fue hecho ante los ojos de los mexicanos que se dio el acarreo del cual Morana y otros partidos criticaron años atrás. Aunque eso no es nuevo en el actual régimen, pues también lo vimos en la consulta de abril. Morena y el gobierno no sólo no ocultan que acarrean, sino que lo pretenden argumentar. No sólo no les apena la incongruencia de que desde el gobierno hacen lo que desde la oposición criticaron, sino que pretenden instalarlo como normalidad democrática, como acto digno de incorporar públicamente a su cultura partidista. Mientras tanto disfrutemos que ya estamos en diciembre, el mes de las fiestas, la alegría, los regalos y la felicidad. Por hoy es todo, nos leemos en la próxima Dios mediante.