Traición acabó con la vida del joven Fidel en Yanga, Veracruz
Agencias
La madrugada del 14 de agosto la vida cambió para doña María Isabel Ramírez Zavaleta, al ser testigo de la artera agresión a su hijo Fidel, presuntamente a manos de su amigo de toda la vida, Víctor Lara; esa imagen, aseguró, no se la podrá quitar jamás de la mente.
Fidel González Ramírez, de 27 años, egresado de la carrera de Derecho y con un futuro prometedor como líder juvenil, había regresado de las fiestas del carnaval en el municipio de Yanga, Veracruz, donde residía.
Horas antes había sostenido un altercado con Víctor Lara, de 32 años, presuntamente porque había sorprendido al hermano de Víctor en un desliz con su novia Michel Acosta.
Una llamada telefónica de la joven lo hizo salir, le dijo que “arreglarían todo”.
Las cámaras de video captaron cómo de un vehículo bajó un sujeto, se aproxima, se escuchan disparos y luego corre de nuevo al vehículo en el que escapa.
Toda esta escena también fue vista por María Isabel, la madre de Fidel, quien a gritos pidió auxilio. Los vecinos salieron a ver qué había pasado. El joven murió poco después.
El día de hoy apagaste la estrella más brillante de mi vida. Te vi cuando arteramente mataste a mi hijo. No entiendo por qué si siempre te abrimos las puertas de mi casa y de nuestros corazones; aquí fuiste siempre bienvenido y tratado con cariño ojalá y la vida te alcance para pagar el daño y el dolor que provocaste en nuestra familia Víctor Lara ayer te vi huir como vil cobarde y de cara y frente en mi corazón no cabe por ahora más que el dolor de perder a mi hijo en manos de un asesino cobarde que solo con un arma pudiste pero él seguirá brillando en el recuerdo de los que lo amamos y tu solo tendrías desprecio que inspira a un cobarde solo espero que pagues de alguna manera”.
Sus padres, María Isabel y el doctor Fidel González, reconocen que Fidel fue un hijo excepcional porque era buen hijo, buen hermano y amigo. Educado con valores, si podía ayudar lo hacía.
Aseguraron que todo esto lo pudieron corroborar tras su muerte, pues en Yanga pesa su ausencia y la indignación es notable, pues todos sus allegados y vecinos se han sumado a una exigencia de justicia en redes sociales.
Hay un detalle que no escapa a María Isabel y es que señaló que de un tiempo a la fecha, Fidel exhibía moretones y golpes en el cuerpo. Michel, su novia, era celosa.
Le podía aventar el celular (…) él la justificaba diciendo que era muy joven”, dijo.
La madre sostuvo que por los problemas que tenían, estaban a punto de terminar, que la joven tenía ideas distintas, que viajaba mucho a Estados Unidos y que ella ya sostenía un romance con el hermano de Víctor, por eso no entiende cómo es que lo agredieron de esa manera, hasta terminar con su vida.
Yo vi en sus ojos como una neblina”, comentó.
María Isabel contó que el día de los hechos ella vio morir a su hijo. Una llamada telefónica de la madre de Michel, quien le llamaba para decirle que Fidel había golpeado a la joven.
Isabel lo defendió al señalar que tanto ella como su esposo habían estado en las fiestas del carnaval y que los había acompañado Fidel. La señora les dijo que estaba internada en el hospital del IMSS y en ese momento le dijo que iría a buscarla.
Todavía no colgaba la llamada y en ese momento entró Michel y todavía tenía el teléfono en la mano y le dije cuándo te pegó Fidel, ¿te pegó? Me dijo que sí y luego dijo bueno, no me pegó, nomás me empujó. Le dije ¿hoy? Y dijo no, hace días”, explicó.
Indicó que seguía hablando con su madre y corrió a la recámara de su hijo.
Fidel en una cajita tenía sus contraseñas. En ese momento no supe qué se llevó. Ella se fue. Después me habló mi hija y me dijo: mamá Michel está aquí en mi casa, está bien nerviosa. Le dije no te preocupes, ahorita voy por ella”, señaló.
Dijo que se regresó y en ese momento sonaron los disparos.
Iba como a medio patio de mi casa y le digo a mi hija, oye Sandra, se escucharon tiros y me asomo al portón y veo un carro negro, donde alguien se está metiendo por la parte del piloto y alguien por la parte del copiloto era Víctor Lara y se voltea hacia donde yo estaba, en la mano llevaba el arma y se sentó y se fueron derrapando las llantas y se fueron”, relató.
Aseguró que Víctor Lara la alcanzó a ver cuándo se iban en el vehículo, pero sólo volteó el rostro y huyeron.
Mi esposo al oír y ver que yo voy a salir me grita no salgas y le digo espérate, me salgo dos o tres pasos, veo que el hombre se va, me asomo y veo que era mi hijo y comencé a gritar. Me agaché y le dije mijo, quién te hizo esto, apriétame, ya tenía mucha sangre. Todavía alcanzó a apretarme la mano y decirme Víctor Lara Benito, en un susurro, como si fuera esa su última forma de respirar. Yo vi en sus ojos como una neblina”, aseguró.
Las cámaras de video fueron vitales para que se demuestre quiénes fueron los responsables, pero hubo demora desde que las autoridades acudieron a levantar el cadáver y no hubo agilidad para poder intervenir rápidamente y atrapar a los responsables.
A Michel y Víctor los vieron en el aeropuerto de la ciudad de Veracruz, les tomaron fotografías y exhibieron un video que ya fue bajado de redes sociales, pero el calvario de la madre no ha terminado, porque las autoridades una y otra vez la interrogaron y la obligaban a contar pasos, poniendo en duda sus palabras, a pesar de que también hubo testigos que fueron amenazados en ese momento por el homicida.
Errores y fallas de la Fiscalía
La joven novia de Fidel, después de lo ocurrido, intentó acercarse a María Isabel, pero ella le recriminó que por su culpa habían matado a su hijo.
Consideró que ella fue quien azuzó al asesino de su hijo.
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El doctor Fidel González, padre de la víctima, señaló que hubo irregularidades, que la fiscal Janet, quien abrió la carpeta de investigación, no le dio celeridad al caso.
Intuyen que pudo haber cercanía con alguna de las partes. Hizo notar que en el caso de un empresario de la zona, también asesinado, a los cuatro días lo habían esclarecido y había detenidos.
En el caso de su hijo hay evidencias, testigos, videos y los responsables tuvieron tiempo de ocultarse.