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Reunión AMLO- Biden: México sigue siendo un país chiquito

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Desde México promovemos la narrativa incorrecta. Si queremos ser relevantes, la historia tiene que cambiar.

Inflación, las audiencias del 6 de enero, guerra de Ucrania, fotos del espacio, miles de perritos rescatados, y la producción de bicicletas estacionarias. La reunión de los presidentes Biden y AMLO no le ganó el espacio a las noticias anteriores en ninguno de los medios más importantes en Estados Unidos.

A pesar de ser uno de los mayores socios comerciales, una crisis humanitaria en la frontera compartida, ser un eslabón clave en la lucha contra la epidemia de opioides, un aliado fundamental para el crecimiento económico, y más, México no importa en Estados Unidos. ¿Por qué? Porque no tenemos una historia ganadora.

En lo económico, seguimos promoviendo a México como una fuente de trabajo barato para sustituir a China. Llegamos con exigencias de mayor inversión – principalmente en el sur – para el desarrollo de nuestro país. Para combatir la inflación proponemos incremento de abasto de gasolina subsidiada en el norte para que los americanos la consuman cruzando la frontera. Algunas de estas propuestas son justamente las que alimentan la retórica trumpista.

Seguimos con propuestas de país chiquito. La apuesta tiene que ser por el ally-shoring: integrar cadenas de suministro con alto valor agregado, conectarnos entre economías con una lógica y valores compartidos, impulsar a Norteamérica como un bloque de vanguardia e innovación.

La inversión tiene que venir a México porque aquí hay técnicos, ingenieros, y mano de obra calificada que complementa a la americana; no porque somos más baratos. Nuestra apuesta para combatir la inflación debe ser por la generación productiva y eficiente de bienes y servicios más competitivos y accesibles al mercado, así como el incremento en la generación de nuestra propia energía.

El argumento no debería ser de comercio internacional, tiene que ser sobre la creación de un sistema integrado de coproducción.

En lo migratorio, seguimos promoviendo una solución basada en seguridad, en el incremento de fuerzas armadas en las fronteras, y de generación de empleos poco remunerados en el sur del país. La migración laboral de México a Estados Unidos no es un problema, es la solución a muchas de las dificultades económicas y demográficas que vive el vecino del norte.

La población americana está envejeciendo y su fuerza laboral no da para cubrir las necesidades económicas (hay más aperturas de trabajo, que desempleados). Estados Unidos nos necesita para competir en la economía global. Pero no al estilo “braceros”, necesita a nuestros técnicos, ingenieros, trabajadores de la construcción, y manufacturas avanzadas.

Políticamente, seguimos en una lógica de señalamientos y tensiones. Que si el flujo ilegal de armas, o el traspaso ilegal de migrantes, la venta de drogas, la falta de inversión pa’ acá, que si invitas a unos u otros, estas energías o las otras, que si nuestro programa para jóvenes u otro.

¡Basta! Echarse la culpa y tratar de jalar agua para su molino no es una fórmula sostenible. La apuesta tiene que ser por la integración.

México también es Norteamérica y no el patrio trasero de Estados Unidos

Hace muchos años nos despedimos de “Norteamérica”; tiene que regresar. La población extranjera más grande en Estados Unidos es la mexicana. Estados Unidos ya es el segundo país más grande de habla hispana en el mundo. Sobre los lazos comerciales, mucho se ha hablado.

Tanto los lazos culturales como los económicos son innegables. Es incomprensible que sigamos siendo vecinos tan distantes. Para competir a nivel mundial, para salir de la crisis económica, y para evitar ser sujeto de acusaciones en campañas políticas, México tiene que apostar por Norteamérica.

Si México no llega a los titulares americanos es porque nuestra historia no resuena con las necesidades locales. Tenemos que generar una narrativa ganadora y la tenemos que contar todos y en todos lados.

No podemos olvidar al Congreso, a las empresas, a las organizaciones de la sociedad civil, a nuestros familiares. La relación México-Estados Unidos no depende de la relación entre los presidentes en turno. Depende de todos los que estamos interesados en crecer, multiplicar nuestras oportunidades laborales, de inversión y de competitividad. Contemos una historia ganadora.
 

Por: Pedro Casas Alatriste L. es el director de Investigación y Políticas Públicas de la U.S.-Mexico Foundation. Economista por la U. Iberoamericana y Maestro en Políticas de Desarrollo Internacional por la U. de Georgetown. Twitter: @PedroCasas