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Quiere México dejar de comer frijoles gringos, busca autosuficiencia alimentaria

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AGENCIAS

Blancos, amarillos, claros, rosados, morados, negros y pintos, así es como se identifican las 50 razas de frijol criollo que se cultivan en México.

Pero a pesar de que nuestro país es junto con Centroamérica el centro de origen y diversidad genética del frijol, no somos autosuficientes y al año importamos 139 mil toneladas en promedio principalmente de Estados Unidos, Canadá y Argentina, de acuerdo al Centro de Información de Mercados Agroalimentarios (CIMA).

El frijol que se compra al exterior equivale a casi 16 por ciento del consumo nacional, donde cada mexicano comemos al año 7.7 kilogramos en promedio, lo que aporta el 36 por ciento de la ingesta diaria de proteínas de la población.

El año pasado se estima que la producción de frijol cayó alrededor de 18 por ciento debido a la sequía, por lo que los cupos de importación libres de arancel se abrieron del 1 de julio al 15 de octubre de 2020, para atender la demanda que incrementó debido a la pandemia de Covid-19.

Ante este panorama, la ciencia busca ofrecer respuestas para incrementar el rendimiento de las cosechas, que dependiendo del tipo de suelos y la zona del país, pueden producir de 500 a 800 kilogramos por hectárea.

Tal es el caso de Pedro Antonio López, profesor-investigador del Colegio de Postgraduados en Ciencias Agrícolas (Colpos), en el Campus Puebla, quien trabaja con dos variedades de frijol negro colectadas en la Mixteca Alta de Oaxaca desde hace casi 30 años.

Los dos frijoles bautizados como negro precoz y negro intermedio, están adaptados a condiciones de suelos pobres, marginales, escasa lluvia, plagas y enfermedades.