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Lula da Silva: “Podré seguir preso 100 años, pero no cambiaré mi dignidad por mi libertad”

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El expresidente brasileño afirma en su primera entrevista desde la cárcel que el país está gobernado por “una pandilla de locos” y que está decidido a probar su inocencia.

AGENCIAS/EL EDÉN MX


Se le ve fuerte. Decidido a cambiar su destino. La idea de que la cárcel, con el tiempo, iba a debilitar a Luiz Inácio Lula de Silva no se corresponde con la realidad. El expresidente de Brasil (Caetés, 1945), preso desde abril de 2018 en dependencias de la Policía Federal de la ciudad de Curitiba, ha decidido romper su silencio en una entrevista con EL PAÍS y el diario Folha de São Paulo desde la cárcel. Durante la conversación, que se prolonga durante dos horas, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) confiesa que está obsesionado con probar que es víctima de una farsa y no descarta volver a la política si logra salir en libertad.
Lula cumple una condena por blanqueo de capitales y corrupción en una operación de compra de una vivienda de tres pisos en la playa de Guarujá (São Paulo). El inmueble fue reformado por una constructora que tenía contratos con Petrobras, donde fue destapada una trama de corrupción. La justicia revisó el 23 de abril la pena, que era de 12 años y 1 mes, a 8 años y 10 meses, lo que abre la posibilidad a un arresto domiciliario a partir de septiembre. Pero todavía tiene pendientes otros seis procesos judicialesque pueden impedir que salga de la cárcel.
Entra en una pequeña sala en el que va a tener lugar la entrevista vestido con zapatillas, camisa, vaqueros y una americana de color ceniza. No parece ni triste ni contento. Tampoco parece haber envejecido, aunque se le ve distinto. Empieza la conversación, la primera desde prisión, un poco atascado, pero pronto se van relajando: no duda en advertir que Brasil está gobernado “por una pandilla de locos”, mostrar su furia contra los jueces que le condenaron y llorar al recordar a su nieto Arthur, que murió en marzo por una meningitis cuando tenía siete años.
Pregunta. ¿Qué pasó por su cabeza cuando lo detuvieron y lo llevaron a prisión hace un año?
Respuesta. Durante todo el proceso judicial, siempre tuve la certeza de que había un objetivo central: llegar hasta mí. Estoy obsesionado con desenmascarar a Sérgio Moro [el juez de primera instancia que lo condenó y ahora es ministro de Justicia del presidente Jair Bolsonaro] y sus amigos, y de desenmascarar a aquellos que me condenaron. Podré seguir preso 100 años, pero no cambiaré mi dignidad por mi libertad. Quiero probar que todo es una farsa. Tengo una obsesión, pero no siento odio, no guardo rencor porque, a mi edad, cuando uno siente odio se muere antes. Como quiero vivir 120 años, voy a trabajar mucho para demostrar mi inocencia.
P. ¿Ha pensado que puede estar encarcelado para siempre?
R. No pasa nada. Duermo todos los días con la conciencia tranquila. Estoy seguro de que [el fiscal de Lava Jato] Deltan Dallagnol no lo hace, y que Moro tampoco. Ni esos jueces del Tribunal de la 4ª Región [de segunda instancia que confirmaron la condenación de Moro] que ni siquiera leyeron la sentencia. Alguien como yo, con 73 años, que construyó la vida que yo construí en este país, que recuperó el orgullo y la autoestima del pueblo brasileño, no se va a entregar. Los que han nacido en Pernambuco [en el nordeste, una de las regiones más pobres de Brasil, lugar de nacimiento de Lula] y no han muerto antes de cumplir cinco años, no se doblegan ante nada. ¿Creéis que no me gustaría estar en casa? Pero me da igual, porque lo que yo quiero es salir de aquí con la cabeza alta, como entré. Inocente. Y solo podré hacerlo si le echo valor y lucho.