Nacional

Avanza la caravana más grande del año en Chiapas

COMPARTIR

Agencias

El día de Navidad fue otra jornada de caminar para la caravana de migrantes que avanzó ayer por las carreteras de Chiapas, en el sur de México.

Se levantaron de madrugada después de una Nochebuena sin festejos, ni regalos, ni grandes cenas, en la que varios miles de migrantes —adultos, menores y familias completas— durmieron en un parque. La Iglesia católica y algunos vecinos repartieron bocadillos, plátanos y agua. Algunos niños con suerte pudieron optar a un poco de pollo.

La hondureña Karla Ramírez, que viajaba con 18 integrantes de su familia, entre ellos cuatro menores, no alcanzó al reparto, pero pudo comprar jamón, tortillas y tomate. Lamentó pasar la Navidad “como nunca la habíamos pasado… en la calle”, aunque reconoció que echarse a caminar fue “algo que nosotros decidimos”.

Pese a las fechas, la mayoría se mantenían esperanzados de que las autoridades mexicanas les permitieran llegar hasta la frontera con Estados Unidos.

El grupo, de unas seis mil personas que caminaban en pequeños grupos a lo largo de kilómetros, salió el domingo pasado de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, y avanzó ayer hasta la localidad de Huixtla, a unos 40 kilómetros, donde los migrantes tenían previsto pasar la noche en una cancha deportiva.

La caravana, en la que había muchos centroamericanos, venezolanos y cubanos entre otras nacionalidades, es la mayor que se ha formado este año y tiene lugar en vísperas de que una delegación de alto nivel de Estados Unidos llegue a México para acordar con el Presidente Andrés Manuel López Obrador nuevas medidas para controlar el creciente flujo de migrantes por la región.

La hondureña Mariela Amaya, que viajaba con su hijo de 7 años, lamentó que los gobiernos de los países vecinos pretendan endurecer las políticas en lugar de ayudarlos a tener una mejor vida. “No comprenden que uno tiene necesidad de salir adelante”.

“¿Por qué no nos pueden ayudar, dar la mano? Necesitamos apoyo de ellos”, expresó mientras caminaba bajo un sofocante calor casi tirando del niño.

La policía local y la Guardia Nacional siguieron el avance del grupo sin intervenir. En un punto del camino, una familia se apostó sobre la carretera para regalar tamales y agua.

La formación de estos grupos ha sido constante en los últimos años ante la lentitud de los procesos de regulación migratoria en Tapachula y a la falta de opciones de vida digna y de trabajo para que los extranjeros puedan costearse la espera de documentos.

Desde finales del 2021, las autoridades suelen optar por dejar que los migrantes se cansen y disolver los grupos ofreciéndoles documentación temporal que, en muchos casos, los extranjeros utilizan para seguir el viaje al norte por su cuenta.