COLUMNA

Disfrutar el tiempo

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Por: Julio Sarracino

El final está próximo, el 2021 pronto arribará y tal cual nacemos los hijos, como fantasías de los padres, el nuevo año ya está instalado en el imaginario colectivo como un gran ciclo, sin embargo, el panorama es incierto, sobre todo por las condiciones que enfrentamos por las pandemias por el Covid y por la salud mental que derivará. Por si lo anterior fuera poco, estamos viviendo una carrera frenética, todo se hace urgente, lo queremos ya, para ayer.
La salud se puede deteriorar en cualquier época de la vida, sin embargo, a estas alturas de la pandemia, nadie duda de los efectos psicológicos y sociales directos e indirectos por Covid en la mayoría de la población. No pretendo convertirme en un agorero, pero la realidad nos lo grita a diario, al rostro.
Otra situación que está atentando contra la sociedad moderna es la capacidad de otorgarle más tiempo, esmero y atención a las situaciones urgentes, descuidando lo verdaderamente importante. Todo se hace apremiante: los compromisos sociales, las compras de fin de año, los likes en las redes sociales, la necesidad de agradarle a los otros, cayendo en un descuido de la persona misma.

“Sabia virtud de conocer el tiempo”. Renato Leduc
¿Qué tiempo? La respuesta es el tiempo presente, que en ocasiones es figurado y en otras, literal. Es fundamental aprender a centrar nuestra atención en el presente y comprender que el pasado se ha ido y el futuro aun no llega, ambos son realidades en las que podemos intervenir, aunque no tanto como en el hoy.
Un día tiene 24 horas, divídelo en tres y aplica lo siguiente: 8 horas para dormir, ocho para trabajar y las últimas ocho dedícalas a ti, a tu labor de pareja, madre, padre, hijo, persona, etc.. Es muy probable que esto diste de tu realidad actual, no es una ley, aun así trata de apegarte lo más posible. Si vives inmerso en una rutina de exigencias y obligaciones y has olvidado los momentos de calma. Reflexiona sobre qué es lo que realmente está transcurriendo en tu entorno, sobre todo contigo, cuáles son tus prioridades.
Lo que la boca calla, el cuerpo lo habla y puede llegar a hacerlo de forma estruendosa, con grandes daños físicos y emocionales que provocan alteraciones en el transcurso de la vida, todo por mantener una conspiración silenciosa. El lenguaje verbal es rico, mas no es el único, ¿qué hacer? Llora, pinta, baila, ríe, exprésate, medita, descansa, acude a psicoterapia.
Los extremos son insanos, busca el equilibrio, que por cierto en los humanos es sinónimo de movimiento, no de quietud. Vive aquí y ahora, ocúpate de tu presente, prioriza tus necesidades, no es egoísmo es amor propio.

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