El programa Pescando Vida, impulsado por el Gobierno de Tabasco, celebró la primera cosecha comercial de tilapia, con la entrega de cuatro toneladas a las empresas Luna Azul (San Carlos) y La Sirenita (Buena Vista), marcando el inicio de una nueva etapa productiva para las comunidades ribereñas del Usumacinta.


El evento, encabezado por el gobernador Javier May Rodríguez, tuvo lugar en la ribera del gran río, donde pescadoras y pescadores beneficiarios del programa extrajeron las jaulas repletas de tilapias para su pesaje y distribución. En algunos casos, como el de una sola beneficiaria, se alcanzaron hasta 250 kilos en una sola descarga.
Las comunidades de San José, Torno de Bola y Tucuyal, ubicadas a 146 kilómetros de Villahermosa, participaron en esta primera comercialización, mientras que otras 37 localidades ya cultivan tilapia en jaulas flotantes y se preparan para sumarse a la venta.
El subsecretario de Pesca y Acuacultura, Guillermo Priego León, informó que esta primera entrega forma parte de un total de 180 toneladas que se encuentran bajo cultivo, garantizando producción continua hasta julio de 2026. Se prevé que en los próximos meses se cosechen 300 toneladas en Centla, y más de mil toneladas en mayo, con la participación de Emiliano Zapata, Centla y Jonuta.
El programa representa una inversión histórica de 619 millones de pesos, según la secretaria de Desarrollo Agropecuario y Pesca, Luisa del Carmen Cámara Cabrales, y beneficia directamente a pescadores y pescadoras del Usumacinta, quienes reciben un jornal mensual de cinco mil pesos por sus labores de cultivo, alimentación y promoción del producto.
Durante el evento, el gobernador destacó el papel protagónico de las mujeres, quienes representan el 60% de los participantes en Pescando Vida. Casos como el de doña Amalia, quien junto a su familia ha encontrado en el programa una fuente de ingreso y unión, reflejan el impacto social y comunitario de esta iniciativa.
Con esta primera cosecha, Pescando Vida no solo fortalece la economía local, sino que también devuelve a las comunidades ribereñas el protagonismo en la cadena productiva, sembrando en “agua fértil” y cosechando oportunidades para el futuro.